Nuevamente, llegaba caminando a un lugar desconocido. Me encontraba con tenida deportiva, brazo en cabestrillo y no podía hablar. En aquel lugar, que era como el camarín y administración de un gimnasio. Se encontraba mi señora Calú, Carola y su pequeña hija Eleonora. Se decía que el lugar, el barrio era peligroso y yo debía servir como guardia de seguridad encubierto en dicha instalación. Sin embargo yo me encontraba bastante disminuido físicamente y temía la vuelta a casa, pues debía hacerlo caminando y realmente mi caminar era muy tambaleante. Tenía mucho miedo.
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