martes, 12 de abril de 2016

SUEÑO: La esclava negra que golpea a su hija

     Recuerdo haber despertado muy temprano hace dos noches atrás. Al despertar aún tenía la vaga impresión de haber soñado algo que se relacionaba con dar a conocer mi mayor error o de qué era aquello que yo hubiese hecho pero que me hubiese arrepentido por siempre. 
     Luego del trabajo y cuando volvía a casa en un colectivo, recuerdo haber visto a una mujer joven de raza negra, era delgada y andaba con poca ropa, era muy atractiva. La seguí con la mirada un largo momento, ella estaba cruzando una calle. Casi al momento, y de manera espontánea surgió en mí la imagen de una película del tipo XX, en donde una escena era actuada por una hermosa y joven mujer negra cartera. Ella era jugueteaba sexualmente con un colega de su trabajo y tenían sexo anal en un camarín...
     El colectivo continuo su curso; yo podría argumentar que al menos por un breve instante cruzamos la vista con la joven de color que caminaba por la calle.
     Al llegar a casa, y luego de almorzar me recosté un rato y dormí una corta siesta. Al despertar tenía una poderosa erección genital y claramente se relacionaba con un sueño que recientemente había tenido. En el sueño veía a una mujer negra y joven que golpeaba a una niña pequeña, su hija. Claramente la había sorprendido abusando de su hija castigándola con golpes. Con una de mis manos le sujeté la suya para que dejara de pegarle. 
     Aunque el sueño no tenía carácter sexual yo de igual forma desperté muy excitado. 
     La mujer negra vestía como una esclava del siglo 19 en Brasil. Recuerdo haber pensado que quizá aquella negra mujer era una prostituta del sector de Rubio.


domingo, 10 de abril de 2016

SUEÑO: ¡Pepita de higo...Pepita de higo...!

¡PEPITA DE HIGO, PEPITA DE HIGO…!

Me comunicaba con voz melancólica, casi sollozante, mi hijo Ricardo: él era un niño y yo iba montado en él, mientras gateaba en cuatro patas. Antes de eso, había saludado y conversado con Manuel Díaz, hermano de Bruny y de los hijos de él, primos de Ricardo. Los primeros se veían muy contentos mientras que mi hijo no. Incluso Manuel me convenció que no le mencionara siquiera que lo había visto en sueños.


        Luego de rememorar el sueño y, más aún, de escribirlo me sentí profundamente conmovido, me invadió una profunda pena que incluso me hizo sollozar. Recordé varias veces en el día el episodio onírico y todas las veces me sentí con mucha pena.