sábado, 27 de febrero de 2016

VIAJE A VIÑA DE VISITA

Un par de días antes, había recibido una llamada telefónica de un ex compañero y amigo que vivía fuera del país, invitándome a un almuerzo en Viña del mar. Este evento se realizaría en la casa de otro ex compañero de Colegio que además había sido ex compañero de Universidad. Hacía ya bastante tiempo que no nos veíamos.
Luego de una serie de malos entendidos con el día del evento, viajamos hacia la Quinta Región. En el camino, el matrimonio me contó que ya se habían encontrado con este amigo una semana antes de modo que ya tenía claro el posible panorama que me esperaría. Más aún, viendo como la señora de mi amigo fumaba casi todo el rato un cigarrillo tras otro de marihuana. Aunque sin expectativas, iba dispuesto a pasar un buen rato.
Después del largo viaje, con algunas demoras por prolongados tacos llegamos a casa del “Negro”, el cual nos recibió espléndidamente junto a su señora e hijos, todos adultos.
Comenzamos con una cerveza y conversación, el anfitrión sacó su clásica receta. Yo hacía casi una década que no probaba yerba, pero me asaltaba la duda de cómo iba a reaccionar mi cuerpo, mi persona. No está demás decir que de un tiempo a la fecha me he sentido muy bien en lo personal, en mi trabajo y en mi vida familiar. Mi seguridad personal ha estado muy estable, probablemente como un signo de una madurez que se ha ido alcanzando con el paso de los años y de las vivencias. En la interacción grupal he estado dentro de lo esperado de modo que estaba dispuesto a pasar un buen rato.
Acepté participar en el viejo juego de “la americana” y luego de un  par de vueltas, comencé a sentir el efecto del humo en mi cuerpo. Mis recuerdos en el tema no eran tan gratos, pero aun así decidí continuar, quizás para no “desentonar”, aunque aclaro que pude haber dicho que no, pero no lo hice. El conductor disfrutó sólo una copa de vino y con eso quedó satisfecho.
El resultado no me gustó, sentí que me fui hacia adentro, como si mirara el exterior por una ventana muy pequeña, totalmente insuficiente. Al intentar hablar, no coordinaba las palabras ni las ideas, tartamudeaba, al intentar caminar iba de tumbo en tumbo y mi mano derecha tiritaba casi con un estilo de un paciente de Parkinson. Mantuve la calma. Estaba relajado pero me sentía en desmedro. Mis amigos me invitaron a salir a comprar comestible, pero no me sentía apto y preferí quedarme en casa hasta que el efecto fuera disminuyendo.
En algún momento pude acordarme de que anduve con la cámara y fui buscarla muy a tientas. Al comenzar a filmar, me acerque a la ventana y sentí vértigo: no tuve el valor de salir al balcón pues temía que perdiera el equilibrio y cayera cuatro pisos abajo, o peor aún, tomara la decisión de hacerlo por voluntad propia, pues no estaba en mis cabales y me sentía extremadamente desmejorado.
Mientras fumábamos surgieron en mí fantasías menores con la señora de compañero, el dueño de casa, sentí que el gusto había sido mutuo. Mientras los demás salían de compras, me quedé con ella en casa, no sé si estábamos solos, pero la sentí algo temerosa. A pesar de que momentos antes se había declarado tácitamente como apologetas del dejarse llevar, de la libertad y la naturalidad, preferí mantener en reserva mis fantasías y quedarme a una distancia comunicacional diplomática con L.M. Supongo que adopté como muchas veces con anterioridad en mi vida mi máscara diplomática y no intenté siquiera hacer algún “experimento para ver qué pasa…”, como lo he hecho en incontables ocasiones y que me han llevado a situaciones de desmejora personal ostensible.
El efecto de haber fumado yerba me duró casi hasta la semana siguiente. Pero al menos durante el viaje de vuelta a casa ya me sentí mejor. Una cosa me gustó es que no había dolor en mi cuerpo.
Al día siguiente, por la tarde y ya en mi casa salí a trotar un rato, realizando una rutina aeróbica de desintoxicación de mi cuerpo. Ya para el día siguiente estaba bastante bien.
Evaluado la experiencia, me doy cuenta que no deseo repetirla, al menos en bastante tiempo. Me siento más viejo, más cansado y al hacerla me desmejora aún más.
Hace diez años atrás el efecto de placer y creatividad me duró diez minutos, para luego continuar con varias horas de somnolencia; mucho sueño para estar con los ojos abiertos, y muy despierto para cerrarlos. Esta vez la impresión fue distinta y algo más dramática, piernas sin mucho equilibrio, necesitar casi de bastones tipo trekking para caminar por el departamento, tartamudear al hablar, ni hilvanar ideas, y un notorio temblor en mi mano derecha… incluso con un sentimiento íntimo de vergüenza.
En algún momento había llegado a pensar que quizás el uso de aquella sustancia iba a poder sentirme mejor de como  estaba. No sólo  me sentí peor, sino que lisa y llanamente me desmejoré desmedidamente. Diría que es lo más honesto que puedo admitir. Claramente asumo que anduve alejándome de la visión de centro de la circummambulación en mi comportamiento.
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miércoles, 3 de febrero de 2016

LO MAS PARECIDO

     El orden, la disciplina, la responsabilidad, el respeto, y la posibilidad de poder ganarme la vida teniendo en cuenta mi edad y las limitaciones que conllevan las elecciones de vida que de una u otra forma he ido tomando, las decisiones que he tomado. 
     No se si me quedan muchas alternativas, de un tiempo a la fecha, y ya con más de cincuenta años, he ido perdiendo perspectivas. Tengo claro que es muy difícil que vuelva a hacer clases en algún lado y ganarme la vida en dicha profesión. También tengo más claro aún que no me interesa volver a hacerlo en colegios y en un ambiente que terminé detestando.
     Vocación de servicio y responsabilidad aún quedan como valores en mi persona.