domingo, 1 de marzo de 2009

EXPLORANDO LOS LIMITES DENTRO DE LA CORDURA

  • En tiempos en que la masa ha accedido al poder fáctico, con toda su subcultura teñida de irrespetuosidad, y creyéndose con el derecho de recibir todo tipo de beneficios en forma gratuita, sin detenerse a reflexionar si los deberes que se les exige, realmente los está cumpliendo.
  • En tiempos de irreflexión, en donde se privilegia el desorden, la improvisación, y la comicidad barata, es difícil hablar de valores pues estos ya vienen socavados desde sus cimientos más profundos.
  • En tiempos en donde la gratificación instantánea viene en forma de químicos ingeribles, y cada vez más a la vista y paciencia de muchos, hace que se pierda de vista la perspectiva valórica del bien común y prolifere una libertad pesimamente entendida.
  • En tiempos en que el raciocinio imperante pareciera entender que la única forma posible de existencia es la prodigada por la adolescencia, la exploración y transgresión de los límites hacen que los que tratamos de hacer las cosas bien, seamos vilmente atropellados en nuestros derechos, mientras la delincuencia en múltiples formas se apodera inescrupulosamente de valores que ni conoce, jamás a ayudado a construir y menos valora, pero aún así los declara como suyos... sólo cuando son encontrados "infraganti" vulnerando los de los demás.

Ahora sólo nos queda aferrarnos a que nuestra cordura nos permita ofrecer la mejor respuesta social, y dejar de lado aquella respuesta emocional, cuando sentimos que nuestra dignidad es vulnerada. Es evidente que se hace cada vez más difícil que podamos poner la otra mejilla cuando continuamente estamos siendo avasallados por personas con sentimientos subhumanos que buscan explorar sus límites sin respetar los derechos de los demás.

El escaso respeto en los colegios, escaso respeto a los padres, escaso respeto hacia los mayores y hacia la dignidad de las personas, hace que este mundo se haya ido convirtiendo en una especie de jungla urbana que se deja sentir día a día y noche a noche, incluso en aquellos momentos en que nuestra psique declara su derecho a descansar y repararse a sí misma.

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