jueves, 3 de enero de 2019

UNA SORPRESA INESPERADA

     Ayer, mientras esperaba a mi hijo mayor, pasó frente a mí, a unos dos metros, mi hija Paula y su madre Ana Luisa. Con Anita no tenemos contacto hace mucho tiempo y tampoco con Paulita, desconozco si ella sabe algo de mi persona.
     Para ser claro, yo la he visto en muy pocas oportunidades. Eso lo convenimos hace muchos años atrás, cuando Paulita era sólo un bebé. Recuerdo que la conocí cuando ella tan sólo tenía menos de dos semanas. No recuerdo de qué año. Cada cierto tiempo me las ingenié para verla, a veces desde mucha distancia y la mayor de las veces con vista de ella de espalda.
     La experiencia de ayer fue tan sólo a dos metros, y aunque fue solamente un instante, pude ver su lindo rostro con lentes. Lo súbito de la experiencia no me permitió reaccionar, y sólo atiné a mirarla con mucho amor de padre.
     Probablemente no sería capaz de reconocerla si anduviera sola, sin su madre. Pero el encuentro con ella fue algo que considero un gran regalo en este nuevo año que comienza.
     Intenté seguirla con la mirada para ver hacia donde se dirigían, ambas ingresaron al retail del mall de Rancagua.
     Al minuto apareció mi hijo, y luego de saludarle le conté lo ocurrido. Enseguida ingresamos al mismo retail pero Paula y Anita habían desaparecido.
     El acontecimiento me ha alegrado aún más mi vida desde ese momento.

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