viernes, 7 de septiembre de 2018

CONVERSANDO CON MI ANIMA

 
- Te cuento amiga mía que llevo treinta años de vivir en dos dimensiones de existencia, la de la vigilia y la de mis sueños. En la profundidad del océano del inconsciente (colectivo), puedo ser tanto un actor como también permitirme ser un observador más pasivo, que mira a través de un periscopio.


- Ayer te vi, y claramente y claramente nos reconocimos al igual que muchas veces nuestros caminos se han cruzado por la calle. Sé quién eres, y también sé que tú sabes quién soy yo. Me gustó verte, y saberte ya convertida en toda una madre, claramente ya eres toda una mujer. Te ves muy bien.

- ¡Cuide eso!, realmente se lo dejé muy bien por muy poco. La verdad es que también lo vi muy bien. Me gustó como le quedaba su camisa. Le confieso que viéndolo, jamás hubiera creído eso de usted.

- Quizás ya lo sepas, tu rostro era el de otra persona, de otra compañera del colegio, ni siquiera de tu curso, de una niña de otro curso. Realmente no era el tuyo. Te lo comento par que no te preocupes o asustes.

Hacía mucho tiempo que no me topaba con alguien, con alguna ex alumna del colegio. Te confieso que me da mucho gusto hacerlo. Y si en algún día me encuentro con una, y en la noche sueño con alguien del mismo colegio, aunque n tenga el mismo rostro, me gustó llegar a la conclusión de que mi mente te mostró a ti, como yo mismo me sentí como aquel predicador negro que abrazaba a la cantante buena moza que obviamente le había gustado, y que fue severamente criticado  porque su mano se había excedido un poco.

Mi amiga, hoy te cuento que que no tan sólo no hables de alguien que no está presente, y menos aun, si aquella persona de la cual hablas, tu realmente estimas. Peor sería, si publicas algo de ella, por más real que eso sea. Yo lo he hecho y créeme, me invade una mala sensación y el sentimiento no es de bienestar. Tengo claro que me doy cuenta y te lo hago llegar a tu consciente.
También quiero confesar que si alguna vez fui profesor, poco de eso queda. Tengo claro que con el tiempo me he dejado llevar por la corriente y he disfrutado de bajas pasiones. 
Aún hay tiempo. Sin embargo, tengo que admitir que no tengo muchas ganas de ir; además, en la reserva personal me queda muy poca plata. Realmente sería mucho esfuerzo asistir a ese encuentro, incluso sería hasta irresponsable gastar el poco dinero que tengo, aún cuando haya en él algunas personas que hace tiempo no veo.
Entonces, cuáles son mis prioridades, debo reconocer que muchas de las actividades que se organizan se han transformado en un gastadero de plata, algo que en mis bolsillos escasea. Para ser franco, creo que mi asistencia al evento es más una obligatoriedad moral más que una íntima motivación.
- ahora quiero decirte que sabemos cuál es tu problema y realmente no sabemos cómo ayudarte. Incluso no sabemos si vale la pena gastar tiempo, siquiera  intentar hacerlo. Más aún, teniendo en cuenta tus últimas contribuciones.

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