Primero el alejamiento de mi madre, con avanzada edad y una enfermedad que, por lo mismo se hizo inoperable. Se fue en paz, o al menos nosotros quedamos en paz.
En una conversación llegué a la conclusión de que tanto en el fallecimiento de mi padre, ocurrido hace algunos años, como el ocurrido a mi madre hace pocos meses fue de la forma adecuada pues pude despedirme de ambos, en su momento de manera genuina. Me sentí en paz con ambos y pude darme cuenta que toda una vida de cariño y amor continúa, aún cuando ambos estén descansando juntos en forma eterna.
Los otros alejamientos si bien es cierto no son personas, el cariño era de una naturaleza tal que la pena desgarra el alma. Ellos fueron unos animalitos que simplemente vivían y querían compartir con nosotros y nosotros con ellos, alimentos, abrigo y cariño y así eran felices y nosotros se los entregamos. A cambio, ellos nos daban amor puro. Mientras escribo esto mis ojos se llenan con lágrimas.
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