11 DE
JULIO DEL 2016
CARTA PARA R.
R, tú
debes recordar todo lo dubitativo que estaba antes de entregarte esa tarjeta. De
haber sabido todo lo que iba a estar involucrado ni siquiera la hubiera hecho
probablemente. Aunque tú me caías muy bien, realmente te veía como una lolita infantil,
casi una niña, eras divertida y algo inocente. Alguna vez quizás pude haber
tenido alguna fantasía contigo pero, para serte franco, no hubiera sido capaz
siquiera de hablarte sobre el tema, te veía como una sobrina, e incluso como
una hija, justamente como la hija que no conozco. El daño que me ocasionaron
luego fue dantesco. No sólo temía entrar algún colegio sino que se había minado
mi seguridad y mi capacidad para confiar en el alumnado de toda edad. Ya no
siento agrado por entregar siquiera algún conocimiento pues dudo de que ellos
realmente pueda servirles.
Por otra
parte, siempre estoy con el temor de verme sorprendido con alguien que cree
conocer la verdad pero que claramente la han erigido escuchando testimonios a
nivel de rumores y elevando sus viles teorías hacia mi persona.
Regma, a
veces nos hemos cruzado por la calle y se fehacientemente que nos hemos
reconocido pero preferimos hacernos los desconocidos. He sufrido muchísimo, y no digo sólo por
haber tenido que dejar de lado mi profesión que valoraba inmensamente, sino
también, debido al incidente, por haber sembrado la semilla de la duda de mí
mismo hacia mi propia persona. A una edad en que la madurez personal debiera
estar aparejada de una madurez material, familiar, y profesional, sigo dando
tumbos pues no hago lo que en alguna oportunidad inicié mi preparación.
Y el
Desarrollo personal e interpersonal, creo que ha ayudado a sobrellevar esta
situación de frustración extrema. Supongo que de alguna forma esta piedra
rodante que cae cerro abajo ha comenzado a detenerse pues, quizá haya tocado
fondo, nadie sabe. La pared que no me deja mirar el futuro realmente me impide avanzar, hace cinco años que no estoy
con mi hijo, hace tres que perdí el sesenta por ciento de la movilidad de mi
hombro, perdí a mi padre y mi madre está cada vez más lejana, hace ya casi una
década que dejé de hacer clases en colegio.
Hay una
cosa que estoy muy claro, el día que me alejé de mi vida familiar original y
comencé a perder el contacto con mi hijo Ricardo, ese mismo día le comencé a
perder el amor a los alumnos y alumnas, a quienes veía casi como una prolongación
emocional de lo que yo sentía por mi hijo, respeto y cariño. Es cierto que mi
vida con mi actual señora es más cercana a la felicidad que antes, y la quiero
enormemente, pero eso no me devuelve lo que perdí con mi hijo. Ni que hablar de
lo que ocurre con mi hija Paula, a quien ni siquiera conozco.
Cuando
cuento mi experiencia con la moto, y todo lo maltrecho que quedé, y aun así
sigo vivo, muchas personas exclaman, que tengo cosas pendientes acá en esta
tierra y por eso sigo acá. Volver a ver a mi hijo, conversar y aclarar las
cosas, conocer a Paula y saber cómo es y como está, si es posible ayudarla de
algún modo, resolver el tema con Regma, o más bien perdonarme yo de aquella
equivocación, si era tan simple como haber escuchado ese consejo de aquella
vocecilla interna personal y nada hubiera pasado. Aquel episodio cambió el
destino de mi vida en forma dramática, incluso más drásticamente que lo
ocurrido con el accidente en moto. Me atrevo a sugerir que el accidente en la
moto fue una consecuencia de aquella decisión torpemente tomada por allá por el
2007 y que hacen que me sienta permanentemente perseguido y atormentado.
Aún
recuerdo aquellas acusaciones que profirieron esas personas acerca de mi
conducta y todo lo lejos que se encontraban de la realidad pero realmente había
odio en ellas hacia mí, un odio enfermizo. Es como si esas personas quisieran
descargar en mi toda esa frustración, rencor y rabia que sienten por ser como
son pero proyectándolas en mí, y siendo yo su chivo expiatorio.
ATTE. RFS
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