sábado, 20 de junio de 2015

DEMASIADO BLANDO, DEMASIADO SUSCEPTIBLE

     Un tonal y un nagual, en palabras usadas por Juan Matus, según cuenta el antropólogo Carlos Castaneda, en sus clásicos libros sobre la cultura "Yaqui" del Desierto de Sonora, México parezca, en franca armonía. 
     Un "tonal" no muy duro que asemeje a una piedra infranqueable, ni tan blando, como un globo de cumpleaños que se ha ido desinflando con el correr de los días luego del festejo, pareciera ser aquello que preconice que la permeabilidad hacia la vivencia onírica sea la adecuada. También permitiría que aquella división consciente/inconsciente de alguna manera se desdibuje. Pero, ¿hasta dónde llegar?, diría yo, justo hasta el momento en que la información que contengo en mi mente encubierta me sirve y puedo usarla en mi beneficio, cuando ya, esta información privilegiada y hermética comienza a ebullir, escapando hacia la superficie, pero sin un adecuado control, y peor aún, produciendo sentimientos de susto o pena, por excesiva susceptibilidad, es el momento de tomar consciencia de excesiva blandura en el tonal y comenzar a trabajarlo, hacerlo más fuerte y más resistente. 
     Como lo menciona Fritz Perls, es necesario debatirse entre el Escila y el Caribdis (dos polos a evitar) en el navegar, para poder llegar a buen puerto y no "chocar" en el intento, así es el uso del cuerpo y la mente, un tonal que se debate entre la dureza infranqueable de recepción y entrega de amor, y la blandura extrema que nos permeabiliza hasta el descontrol, y en ocasiones incluso a la locura.

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