miércoles, 18 de septiembre de 2013

CONMIGO MISMO

- Acabo de redescubrir que puedo plantear mis interrogantes personales a modo de metalogo, y  escribir sobre la tremenda decepción que es hacerse partícipe de mi vida sin atreverse a vivir la propia, darse cuenta que el modelo elegido, está muy lejos de la perfección, es más, ni siquiera la concibe como parte del grupo de creencias valóricas que harían concebible siquiera pensar en un perfeccionismo utópico.
- ¡Si tu lo dices!
- Así es, yo lo planteo. Pues quien mejor sabe qué me gusta, qué deseo,  qué es lo que puedo, y qué es lo que me atrevo hacer, ser, y/o experimentar.
     Estoy consciente que es mi mente la que tiene el conflicto, pues mi cuerpo, dentro de sus inimaginables potencialidades ha podido regenerarse, no sólo, hay que asumirlo que con un esfuerzo considerable profesional y tecnológico de terceros,  de un tremendo accidente. No hay otra forma de explicar que yo no haya muerto en él. Las reacciones realizadas fueron muchas, y tuvieron como única orientación salvar mi vida. Estoy cierto que si aquella misión se la hubiera encomendado a mi mente consciente, en este momento no estaría escribiendo esto y mi epitafio señalaría la fecha del mes de abril. Mi metabolismo más primitivo es el que ha salvado mi vida aunque, desconoce qué podré hacer próximamente con ella, pues mi mente y el cerebro, con mucha probabilidad no se encuentra a la altura de las circunstancias.
- Parece que te saliste del tema que me querías plantear...
- Tienes razón. Lo que quería plantear se relaciona en algo que escribí hace algún tiempo en este sitio sobre ser algo así como el "submarino amarillo", de entidades más livianas y sutiles, pero que no comparten mis singularidades y creencias,  y además se atreven a juzgar algunos de mis actos. ¿Es acaso que soy aun tan salvaje?, ¿Es que acaso mi mente aun pertenece al de algún primate escapado de un zoológico?...
 

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