domingo, 17 de mayo de 2009

SOMA: Canalizando información comunicacional con el inconsciente

Una nutrida lectura sobre integración cuerpo-mente me permite atreverme a escribir acerca es este tema. Es fundamental señalar que esta es una argumentación que pretende dar una idea más o menos cercana, una interpretación personal basada en algunas experiencias vivenciales que me explica mi mismo como funcionaría el inconsciente colectivo y su manifestación onírica.
Una idea clave es propender a la integración mente-cuerpo, para ello sería preciso que el tono muscular se encontrara en un grado de tono armónico (ni gran tono ni mucho tono- dureza muscular), para que las vibraciones bioenergéticas recorriesen el cuerpo de manera uniforme y "sin sobresaltos". Tal situaciòn en gran medida ocurre en los estados de descanso fisiológico, estado en el cualocurre el sueño y la persona se sumerge en la realidad onírica.





El Habitáculo del Espacio-Tiempo

Eramos cinco, entre esas personas estaba ARGE, Víctor y otras dos personas que no las recuerdo. Súbitamente nos subíamos a un tren el cual nos llevaba a un lugar extraño de manera impensablemente rápida. Nadie sabía siquiera que hacer ahí sólo llegábamos rápido. Ahí nos dábamos cuenta que si bien habíamos decidido subirnos al mismo vehículo, éramos muy diferentes en gustos, no teníamos mucho en común, y en definitiva tampoco nos sabíamos comunicar. Tampoco teníamos un objetivo en común.
Más adelante, y después de varios viajes en ese habitáculo del espacio-tiempo, también me percato que sólo estaba tras la novedad, de lo nuevo, pero que en verdad tampoco tenía claro un propósito concreto ni hacia donde ir.

Surge en mí el deseo íntimo de integrar dicha situación a través del relato escrito, descubro entonces que una de las actividaes que más me gusta es escribir y registrar la realidad, lo onírico y la fantasía, y como estas distintas "realidades" se entrecruzan de manera creativa.
Uno de los viajes, me llevó a un lugar que me permitió ver algo así como la parte de atrás de una gran limusina, en ella iban cinco personas durmiendo; una voz femenina que no identifico, me preguntaba que sería de ellos más adelante. Era claro que sabía quienes eran. Yo sólo escuchaba, no tenía respuesta y aún no la tengo. Es obvio que tengo una espina clavada en mi alma y ese escozor me incomoda permanentemente, puedo decir que esto es lo más honesto que puedo decirme a mi mismo en este momento.
Los últimos viajes eran cada vez más rápidos, siempre iba el mismo grupo de cinco personas y a quienes más tengo presentes es a Arge y a Víctor, con los cuales tengo muy poco en común pero que en definitiva, seguimos juntos un mismo camino.
En el último viaje no era yo en absoluto quien tomaba la iniciativa, más bien yo asumía una actitud absolutamente pasiva, sólo dejaba que alguien apretara el botón en la oscuridad y me llevara a otro lugar de manera muy rápida.
Mi sensación final, un despropósito, una falta de objetivo y obviamente una incomunicación inmensa, y ahora diría, algo que más bien me molesta, que me incomoda.

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