jueves, 4 de julio de 2024

NADA HACIA PRESAGIAR

Estaba despertando, específicamente en aquel estado denominado hipnopómpico. En forma espontánea escucho con claridad la frase "nada hace presagiar..." La señal dada por la mencionada frase fue de tal magnitud que me desperté algo sobresaltado, intentando unir posibles cabos sueltos que fueran explicación a dicha frase. La frase en cuestión rondó mi mente en variados momentos, manteniéndome intranquilo una buena parte del día, aunque no hubo muchos elementos que hubiesen roto la plana rutina que se dió.
     Pasó un fin de semana y aquel lunes, una profesora, luego de saludarme me hace un comentario de una crudeza casi irreal, un tren había arrollado a una joven, que estudiaba en el instituto. Algo sobresaltado le pregunté si la conocía y asintió afirmativamente. Para mí mismo me dije una lástima, ojalá no sea alguien que conocía. Con algo de temor inquirí al respecto, y pregunté si sabía el nombre de la víctima, ella asintió con la cabeza y me dió su nombre. Al escuchar el nombre, al menos por un momento no lo relacioné a nadie conocido, sin embargo ese momento fue demasiado breve, luego cuando reaccioné, era claro que conocía a la persona, fue profundamente doloroso comprobar de quien se trataba y más doloroso aún, que nunca más vería su sonrisa ni escucharía su voz. Era una atractiva, simpática y popular joven de tan sólo 20 años.
     Desde aquel momento, la imagen de su recuerdo ronda mi mente y he de llevar una suerte de duelo por esta sensible pérdida.
     Pasaron algunos días para que surgiera en mi mente nuevamente en forma espontánea aquella frase con la que desperté: "Nada hacia presagiar..."
     

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