En
la mañana, al despertar, aun recordaba fragmentos del sueño que había tenido con mi hijo; las
imágenes muy vividas en donde nos comunicábamos. Conversábamos en el baño, un
baño que podría haber sido de la casa de él o el de mi casa. Le hice el
comentario a mi esposa, añadiendo que había sido una buena experiencia soñar
con él, que siempre lo era. De alguna manera coincidimos en que era una forma
en que manteníamos el contacto. Por mi parte, también argumenté que así era, y
que además tenía mucha confianza en eso pues lo había estudiado desde hace
mucho tiempo. Mientras conversábamos con mi esposa sobre el tema, mi mente
discurría un pensamiento acerca de una conversación que había tenido el día
anterior con otra persona y que estaba referido a Ricardo, y a la forma que él
tenía de elegir los regalos. Recuerdo haber dicho que desde hace algún tiempo
yo sencillamente me ahorraba ese gasto pues ya no lo veía desde hace cuatro
años.
Ricardo
de alguna forma me hacía ver que yo tenía una fortaleza sobre él en aquella
situación. La noche anterior, habíamos tenido intimidad con mi señora.
Ahora,
luego de la siesta, desperté con ideas en mi mente; esta vez eran palabras, era
una voz interior que me decía que a mi hijo Ricardo le faltaría vida para vivir
lo que yo había vivido… y que difícilmente podría salir del problema en que se
había envuelto… o algo así...
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